Golpes.

No se llame a error nadie.
Que esto no es un revés, porque
una cosa es siempre más que una cosa
y decido verla como ligero cambio de planes.

No se llame a error nadie.
Que esta lucha no se apaga como
un deseo que fuera demasiado ambicioso,
la reavivo con la fuerza inigualable del orgullo.

No se llame a error nadie,
pues en mil idiomas y en mil lugares
nacieron y nacen poemas de esperanza;

y no hay ya cabida aquí
para el ingenio o la originalidad.
Los exorcismos más eficaces son los más conocidos.



Mario Benedetti - La secretaria ideal


Yo soy la secretaria
ideal.

Mi jefe es elegante,
mi jefe es tan discreto,
es alto, es distinguido,
es un jefe completo.

Cuando viene y me ordena:
«una copia textual»,
yo soy la secretaria ideal.

Mi jefe tiene esposa,
dos hijos y tres criadas.
La esposa por lo menos
no lo comprende nada.

Cuando él viene y me dice:
«somos tal para cual»,
yo soy la secretaria ideal.

Mi jefe tiene un mustang
y algún departamento
donde vamos a veces
yo y su remordimiento.

Entonces lo conformo:
«es pecado venial»,
yo soy la secretaria ideal.

Mi jefe se comporta
como un tipo maduro,
la panza disimula
cuando viste de oscuro.

Y si bosteza y dice:
«hoy no, me siento mal»,
yo soy la secretaria ideal.

Cuando se va mi jefe,
mi jefe ese hombre viejo
yo me desarmo y quedo
sola frente al espejo.

Y a mí misma me digo
el cansado ritual:
«Yo soy la secretaria ideal».


(de "Letras de emergencia")

Consideraciones interplanetarias.

Si te pienso,
si te pienso me nace tras los ojos
un nuevo y pequeño planeta paralelo,
del que desconozco aún
buena parte de sus horizontes.

Es bello y exclusivo
sugerente y resbaladizo como
la Adicción pura, tan atrayente que
sería peligroso encerrarse en él.
Se podría quedar uno atrapado
y ese mundo desaparecería pronto,
y conmigo dentro.

Porque él me nace desde este lado, desde este otro planeta.
Desde aquí lo disfruto, respiro y abrazo, y nos vamos de paseo.

Es demasiado pequeño para más de dos personas.
Demasiado grande para escondértelo...
Pero más que nada, es
demasiado hermoso para no compartirlo contigo.

Al fin y al cabo, tú tienes gran parte de culpa.
Las palabras hacen al mundo,
y las que tú me sacas han creado este otro.

(Desde aquí y desde allí;
les robo palabras a los dos planetas
y te escribo desde la frontera)

aprovecho para sugerirte
que viajemos juntos
dando saltitos
de
mundo
a
mundo.