Ingenios

Qué superioridad indiscutible la del capitalismo. Tan genialmente planificado (aún cuando en ocasiones ha de improvisarse a sí mismo) que en su abyecta misión de abrazar al mayor número de corderitos, no contempla siquiera la posibilidad humana, desesperada, superviviente, de agarrarse a un clavo ardiendo...

El capitalismo no permite los clavos ardiendo. Tan sólo son inocentes clavitos fresquitos, que poco a poco se calientan, imperceptibles, imparables, hasta que un día abres los ojos y te has fundido en su infierno.