Dulce castigo.

Una montaña bidimensional. Dos laderas,
yo en la cumbre.
Un deseo, una certeza, una duda,
silencio.

No déis jamás palos de ciego en el amor.
Ninguno de vosotros se merece eso.

Mucho mejor estar solo
que mal abandonado.

Todo el mundo a sus quehaceres.

Duele pensar que a tu lado el dolor se torna caricia

Cuesta confesar tu maldición de agujero negro

Asumo tu realismo, intangible y tan material,

asumo también mi derrota.


Puedo inventarte excusas, ruidos,

puedo ignorar tu magnitud terrible

tu crueldad transparente e insípida

y sin embargo está el ácido en el estómago.


Porque no existe nada más injusto que el silencio

cuando la interrogación se convierte en mi sombra,

en mi almohada,

y en mi luna menguante.


Porque la pregunta nace inevitable como el viento.

Porque en ti, silencio, las sentencias bailan en el aire,

navegan en los suspiros, se bañan en las lágrimas

y toman el sol en los párpados fríos.


Desde luego nada peor que el silencio

cuando cada pisada engendra una duda y

cada duda exige explicaciones.


Nada más cruel, cuando ya te volviste aire

y sé que en tu ser abrigas las respuestas.

Nada más cruel, ahora que eres aire

y mis pulmones no pueden abrazarte.