Hasta aquí de momento, adiós.
Es la última vez que te lo digo.

Te veré allí en los páramos que inventamos
allí donde la risa llovía inteligente y los cuervos
nunca robaban nuestros ojos abiertos.

Te veré en la arena que me salga de los bolsillos
cuando regrese de la otra orilla con el brazo
colgando, agarrada la carta que no has leído.

Te veré en las ciudades que nos unieron, aunque no estuvimos
te veré bajo el sol de diciembre, con el brazo
enredado en otro brazo que no es el tuyo, ni por supuesto el mío.

(Y aún hay quien me pregunta
por qué no vernos como buenos amigos)
paseo con los pies descalzos por los números afilados del calendario
y cada domingo es el mismo atardecer y el suspiro se repite
despacio y cruel, leve y rotundo, bálsamo para masoquistas

improvisando borracho a veces sale algo guapo.

porque me diluyo como viento en el aire
sin saber dónde delimitan mis fronteras
porque la razón no atiende mis razones
ahora que asumo tu ausencia provocada

porque ser o no ser ya no es la cuestión
porque nos bastaba con respirar del otro
y si a veces acompañaba la dulce asfixia
jamás nos ganó nadie jugando al cíclope

Ahora vuelvo a dudar de mi duda
mientras la silla me abraza borracho
y la serenidad de tus palabras me castiga
y he de reconocer que no te faltan razones.

Ahora, desnudo, no me fío de mi experiencia
y tus argumentos cobran fuerza en la lejanía
no sabría decir exactamente por qué
pero nunca besarte ha tenido tanto sentido como ahora.

Y sin embargo está la decisión asumida
nuestro particular harakiri en el alma
y sin embargo no puedo matar la esperanza

y cómo duele huir en dirección contraria!
la coherencia desgranándose entre suspiros
y la casualidad esperando en la distancia.

Huellas en la lluvia

y el miedo empuja y paraliza a la vez
y la duda camina de la mano con el aire
a veces me veo sabio en mi ignorancia
y algunas veces el pasado nos juega una mala pasada.

Ahora ya no tengo miedo de perder
básicamente porque no tengo nada que apostar
es más bien un paseo por la orilla de aquel miedo
buscando olvido, perdiendo el miedo a ganar.

Aguas cristalinas como tu risa,

guijarros redondos como tras una sorpresa

Flecos de música de la noche anterior,

mechones despeinados por la brisa


Guijarros redondos como tras una sorpresa,

Dulce espuma de mar acaricia mi cabeza

Qué grandes pueden ser las cosas corrientes

Cuando te propones verlas de forma diferente

Silencio

Nadando en contra de la marea

Murmullos

También las miradas saben acariciar la arena

Aclaración

escribir un poema es también como el sexo,
aunque curiosamente
uno puede disfrutar del sexo
plenamente
disfrutar sin llegar al orgasmo
(al menos en los primeros rounds)

y sin embargo no ocurre lo mismo
con la poesía,
con la poesía ha de existir ese cenit;
normalmente en los dos últimos versos
y personalmente

no tengo problemas con mis huevos
tras una maratoniana sesión de sexo sin correrme
pero intentar un poema y no terminarlo
me infla rápida y dolorosamente los cojones.