resbalando

Y sería tan sencillo dejarse llevar, resbalar por la suave pendiente hacia donde una vez se sintió parte de algo, y otra vez se vio rota en mil partes; caprichos de la vida, que usa el mismo escenario para impartir lecciones tan diferentes, momentos en los que una se sabía viva, se sabía real, verdad, presente alegre cimentado sobre el efímero piso de la confianza y momentos, en cambio, donde la realidad estallaba como un globo de cristal, estallaba y unos ojos se negaron a cerrarse, agrietando su mirada, volviéndola reseca mientras la memoria se ahogaba, confundida, entre tardes de caricias y noches de histeria.

Sería tan sencillo asumir su condición maldita, silenciosa paseante perdida trazando su triste rumbo entre huellas borrosas, sin perder una esperanza de la que no llega a ser consciente. Tal vez así engañar tanta tristeza, aceptar la fatalidad y en ese mismo acto despojarla de su significante. Tal vez la mentira, sí, pero cómo llegar a la necesaria amnesia, cómo sobrevivir a ese futuro con un pasado lleno de agujeros, imposible lograrlo sola, imposible mientras no agarren su mano suplicante, mientras le siga pesando la ausencia de esas caricias que nunca se quiso creer y que ahora se inventa.


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