Lacerándonos dulcemente

Nada me queda ya bajo la manga
ni trucos ni ases ni paciencia alguna,

y toca sacudirse el rencor del bolsillo.

Poco importa un proyecto de futuro
si el presente es incapaz de alzar la mirada

y en el pasado parpadean otros destinos.

Qué poco poder tiene el amor, realmente,
cuando al sol nos calienta el mismo abrazo

pero nuestras sombras se saludan en la distancia.

(Nada me queda ya tras esta boca
ni palabras, ni ilusión ni saliva

y se vuelve tan necesario el silencio)

1 comentario:

maria dijo...

usted si que desgarra señor, hacía muy mucho que no le leía, me llevo una sobredosis para llevar la tarde y llegar al solpor manchego con el ombligo lleno de poesía. Se cuida. Salud y sonrisas.